LA CERÁMICA NO GLASEADA
En Bizancio
El estudio de
la cerámica común producida y comercializada en el Imperio Bizantino en la
época medieval ha sido durante mucho tiempo desatendida por los arqueólogos,
más preocupados por la vajilla fina y decorada. El coste de la cerámica de
cocina queda sin duda alguna bastante bajo. Sin embargo, era importante
cuidarla. Las tsoukalia incluyen los cuencos para guisar, sin asa o con
una sola asa y sobre fondo plano, y las ollas con dos asas, con la barriga
globular y sobre fondo abombado que son de tamaño superior. En el hogar, las
ollas sobre fondo lenticular están puestas en un trípode metálico (pyrostates)
o directamente en el suelo. En las cocinas se encuentran también embudos de
barro, coladores, hervidores, morteros, cuencos, tazones, cazuelas y otras
pequeñas botes para varios usos. Los bizantinos utilizan un
Los textos evocan también el empleo de varios contenedores de barro
destinados a conservar los productos alimenticios. Están vinculadas con la
producción y el comercio del vino del monasterio que se ha establecido en aquel
lugar en el siglo XI. Los restos del Tekmezar I contenía en sus calas más de
20 000 ánforas cuyo peso aproximativo era de 12 kg cada una. Muchos
clientes compraban mediante los vendedores de vino de la capital pequeñas
cantidades de este brebaje para el consumo doméstico, lo transportaban en unas phlaskia,
una cantimplora de barro y lo conservaban en unas stamnia sobre fondo
llano. Las lagenia son contenedores medianos, con barriga esférica u
ovoide con el fondo convexo, destinados a transportar el aceite, el vino o el
agua. A veces, sus paredes internas están cubiertas de yeso o de poso. Las
vasijas las más gordas se disponen antes de construir las paredes de la sala y
las más profundas son semi-enterradas.
En Islam
En los sitios
arqueológicos, la mayoría de las cerámicas exhumadas son no glaceadas y no
decoradas. Son todas de pasta arcillosa. Objetos utilitarios – barreños,
vasijas, marmitas, aguamaniles, lámparas, pocillos de noria, etc. –,
evolucionan menos rápidamente que los de decoración vidriada y están, en los
primeros siglos del Islam, todavía muy cerca de los modelos pre-islámicos. Sin
embargo, muchos son decorados; los utensilios de uso corriente, cuya pasta no
ha sido bien amasada, presentan decoraciones bastante bastas, efectos de
relieve obtenido sobre la pasta todavía blanda mediante diversos procedimientos
que no son innovaciones de los alfareros musulmanes. Esta técnica era frecuente
en los primeros tiempos del Islam. Si la herramienta utilizada es un punzón o
una matriz de barro cocido que se imprime sobre la pieza, se habla de
estampado. El motivo en hueco o en relieve de la herramienta puede ser muy
pequeño (ocelos, puntos) pero también más grande y, en ese caso, ofrece a veces
una decoración epigráfica, animal o incluso figurativa. En el caso de una
decoración aplicada, es un lazo o una banda de arcilla modelada, o bien motivos
previamente realizados en un pequeño molde que se pegan con barbotina sobre el
objeto. Por último, la decoración puede ser moldeada, utilizando uno o dos
moldes de barro cocido grabados y estampados con motivos diversos como, en las
épocas ayyubí y mameluca, para las jarras y cantimploras. Estas decoraciones
son a menudo utilizadas conjuntamente sobre los objetos más refinados. En este
caso, la tierra se trabaja mejor y las paredes son menos espesas. Las mismas
técnicas decorativas se encuentran en cerámicas vidriadas, generalmente
monocromas.
Estos
objetos no glaceados, cuando la decoración se hace con cuidado, no faltan ni de
belleza ni de humor. Las vasijas, más o menos grandes, realizadas con arcillas
de aluvión del Tigris y el Éufrates, ofrecen decoraciones múltiples, dónde son
todavía perceptibles las influencias antiguas. Las de los siglos VIII-X
presentan motivos realizados según diversas técnicas. El principal se
constituye de lazos de barbotina aplicados sobre el cuerpo del objeto, con más
o menos relieve y regrabados, mientras que el fondo está decorado con motivos
en hueco. Del período ayyubí datan grandes vasijas ovoides que, para permanecer
rectas, necesitan la presencia de un soporte. El cuerpo está tapizado de finos
motivos de barbotina, la espalda y el cuello están tratados con una gran
fantasía. En algunos casos, las hornacinas con arcos lobulados sirven de marco
a un príncipe en trono; se encuentran también caballeros, personajes
esquemáticos pegados sobre la pared, máscaras humanas y muchos prótomos de
felinos que evocan los de piedra de la Anatolia selyukida. Estos motivos son
tratados en diferentes relieves, modelados en arcilla o realizados con
barbotina. De los principios del Islam datan también un buen número de lámparas
de barro cocido, moldeadas, todavía muy cercanas de modelos antiguos pero que
llevan a veces inscripciones en árabe, discos con decoraciones muy variadas y
un orificio circular, al parecer tapaderas de tarros enganchadas al asa. También
han proporcionado, al lado de cerámicas comunes, objetos con paredes muy finas
– boles, tazas, aguamaniles – de forma elegante. Los aguamaniles, a veces
apenas adornados, presentan también un modelo corriente en aquella época para
el vidrio y el bronce, del Irán oriental a las orillas del Mediterráneo: panza
globular sobre base plana, largo cuello cilíndrico paralelo al asa terminada
con dedal, que se engancha a la espalda y al labio del objeto. Sin duda, estos
objetos eran considerados obras de arte por sí mismos, ya que varios mencionan
un nombre de autor, y eran apreciados por la clase dirigente, ya que algunos
llevan el nombre o el escudo de armas de los personajes importantes. Muy
elegante, un aguamanil de los siglos IX-X, también sirio, sobre pedestal, con
panza globular moldeada en dos partes, largo cuello y asa alta, adornado de
finas guirlandas donde se mezclan las flores y los pámpanos, demuestra la persistencia
de formas y motivos decorativos en boga ya en el período romano en Siria y en
Egipto. Los objetos moldeados a menudo en dos partes, con decoración la mayoría
de las veces diferente, son muy numerosos. Muchos son tarros sobre pequeña
base, con panza globular, cuello cilíndrico algo acampanado y asa en cuarto de
círculo, que en su mayoría datan de las épocas selyukida, fatimí y ayyubí. Los
temas decorativos son extremadamente diversos: hileras de óvolos, animales que
pasan, bandas epigrafiadas, algunos están juntos sólo en una pieza. En ciertos
casos, por ejemplo en sitios arqueológicos que comportan un barrio de
alfareros, no es raro encontrar el molde y el objeto moldeado correspondiente. La
mayoría de estos tarros presentan un filtro calado en la base del cuello, para
evitar la intrusión de hojas o insectos. Fustât (Cairo antiguo) ha
proporcionado muchos de ellos. Pero con el desarrollo de las técnicas de
vidriado, las piezas elegantes y refinadas desaparecieron.
Además de los efectos de relieve, los alfareros recurrieron, para adornar
sus obras, a efectos de color. Pero el artesano puede también jugar con los
efectos de contraste y colocar sobre objetos grandes, con paredes más bien
espesas, decoraciones geométricas pintadas de rojo y negro. Este tipo de
producción parece característico de la Siria central y meridional del siglo
XIII al siglo XV. Una serie de objetos, la mayoría rotos, encontrados en Suse,
se adornan con inscripciones cursivas a la tinta negra, muy difíciles de
descifrar. En algunas piezas sencillas, como lámparas de aceite con formas
diferentes de las imitadas de los modelos antiguos, aparecen algunos tímidos
goteos glaceados, amarillos o verdes. Por último, sobre la tierra dejada
desnuda, algunos objetos presentan una decoración vidriada monocroma o
policroma, rodeada de negro, técnica llamada de cuerda seca parcial,
rápidamente reemplazada por la cuerda seca total, que no deja ver la arcilla
del soporte.
El vidrio
En Bizancio
En Bizancio, las primeras producciones de vidrio no se diferenciaban mucho
de las tradiciones del Bajo Imperio. Aunque no se sabe nada de los talleres de
aquellas épocas, es probable que algunos de ellos se ubicaban en
Constantinopla, donde existía un barrio y una puerta de vidriería vinculados
con la fabricación ó el comercio del vidrio. En 438, el Código Teodosiano
precisa que los artesanos vidrieros que fabricaban piezas de forma, debían
estar exonerados de impuestos. Si el descubrimiento de importantes cantidades
de vidrio para vino y de lámparas en las excavaciones de Santo Polyeucte
(Saraçhane Camii) en Constantinopla, atestigua la existencia de una producción
local en los siglos VI-VII, el papel de la capital en la industria del vidrio
es difícil de definir. En aquellas épocas, las producciones que mejor se
conocen son las de las provincias del Imperio: los frascos de vidrio soplado
con decoración moldeada o grabada adornada con símbolos judíos o cristianos de
Siria o de Palestina, y los objetos de vidriería común encontrados en Sardes en
Anatolia y en Caricin Grad en Serbia. El vidrio era de excelente calidad, sin
impurezas, y los escasos fallos de cocción demuestran el perfecto dominio de
los artesanos vidrieros, probablemente italianos. El vidrio se componía de
sosa, de cal y de sílice, coloreados con óxidos de hierro, de cobre y de
manganeso. Los jarrones con superficies lisas, encontrados en el sitio, han
sido soplados sin ningún molde. En cambio, la mayoría de la vajilla era primero
soplada dentro de formas con una decoración ahuecada, y luego soplada fuera de
los moldes. La fabricación corintia correspondía esencialmente a una producción
masiva de copas para beber – moldeadas y sopladas con una decoración imprimada
o sin decoración – y de jarras de uso cotidiano. Algunos jarrones llevaban unas
decoraciones estampadas, grabadas o pintadas, pero eran muy escasos. El Diversarum
Artium Schedula, redactado en Occidente por el fraile Teofilo en el principio
del siglo XII, contiene algunas indicaciones sobre los modos de fabricación de
las piezas de lujo bizantinas. Según este texto “Los Griegos fabrican copas
preciosas para beber que decoran con oro (...)
En efecto, existe en Bizancio unos vidrios coloreados adornados con une
decoración donde la pintura con oro y esmaltes policromos se asocian para dibujar
follajes decorados con animales o personajes dentro de medallones. La pieza más
famosa es la copa de vidrio purpúrea esmaltada decorada con una decoración
mitológica, y conservada en el tesoro de San Marco en Venecia. Su atribución a
un taller constantinopolitano de época macedonia es probable, aunque sin
garantía. Otras piezas del mismo tipo, pequeños frascos cilíndricos con
decoraciones zoomorfas y geométricas organizados en registros, se descubrieron
en Corintio, en Chipre, en Novogrudok en el noroeste de Rusia y en Dvin en
Armenia. Son datadas del siglo XI. Jarrones circulares, lámparas, copas y vasos
de vidrio grueso y transparente, con paredes decoradas de discos en relieve,
puntas o círculos cóncavos, parecidos a obras de cristal de roca antiguas o
sasánidas, podían también haberse fabricado en los talleres de la capital en el
siglo XI. De forma general, los jarrones de tierra eran copas más o menos
profundas, platos ligeramente cóncavos, pequeños frascos cilíndricos, vasos
para beber, botellas de largo cuello y también lámparas. Todas estas formas
eran corrientes en la cuenca mediterránea. A estas producciones añadiremos
jarrones simplemente decorados con un hilo aplicado que se desarrolla sobre
toda la superficie de la barriga, o a veces erizados con picos organizados en
bandas. Los amuletos de vidrio moldeado, las pulseras de vidrio hilado, las
perlas en pasta de vidrio, las pequeñas joyas y los falsos camafeos constituían
también parte de las producciones. El vidrio ocupaba un puesto importante en el
arte del mosaico bizantino con la utilización de teselas de vidrio coloreado abundantemente
empleadas en todo el Imperio del siglo VI al siglo XIV. Como una tesela pesa
aproximadamente 5 gramos, se han necesitado más de 400 toneladas para
realizar la decoración de los mosaicos de la iglesia de Santa Sofía en la época
de Justiniano. Los descubrimientos, en las iglesias del Pantokrator (Zeyrek
Camii) y de San Salvador en Cora (Kariye Camii) en Constantinopla, de
fragmentos de vidrieras pintadas historiadas y de vidrieras coloreadas
asociadas a numerosos plomos de engaste, ilustran perfectamente el arte de la
vidriería bizantina en el principio del siglo XII. En Islam
La cuenca
mediterránea, a partir de la antigüedad, fue el lugar de numerosas innovaciones
técnicas y artísticas, especialmente en el campo del vidrio. Los principales
talleres vieron la luz primero en Mesopotamia y, a continuación, en Egipto,
Grecia, Cartago, Roma y Bizancio. Las primeras piezas fueron concebidas a baja
temperatura, gracias a técnicas sofisticadas como el prensado en un molde,
permitiendo producir perlas, el recubrimiento sobre núcleo o el vidrio de
mosaico… En la época romana, el arte del vidrio alcanza un apogeo con un
descubrimiento fundamental: el del vidrio soplado con caña, una invención muy
probablemente hecha en Sidon en Fenicia, en el siglo I antes de
nuestra era. Entonces, los artesanos vidrieros sabían construir hornos que
permitían una fusión completa de los diferentes ingredientes que lo componen,
es decir a 1420°C.
Los artesanos
vidrieros de la antigüedad producían vidrio tintado y translúcido. Ya no podían
importar las materias primas que tenían, en su mayoría, de la región del río
Belus (Siria, Líbano) o Egipto. En el Mediterráneo oriental, por el contrario,
los artesanos vidrieros hicieron evolucionar las técnicas heredadas de la
antigüedad. Los omeyas (660-750) prosiguieron pues la producción vidriera
heredada de la antigüedad, apropiándose algunos procedimientos como el del
mosaico con fondo de oro, heredado del mundo bizantino y utilizado en la
decoración del Domo de la roca en Jerusalén. Aparte de los empleados
corrientemente, conocemos pocos objetos de esta época. Los conservados
demuestran la continuidad de la producción omeya, como un pequeño jarrón
globular soplado y decorado de una red puntuada y de cinco discos añadidos con
decoración estampada de pájaro estilizado.
Bajo la
dinastía abbasí (siglos VIII-X), la industria vidriera conoce un período fasto,
diferentes procedimientos y objetos se ponen al orden del día, como la técnica
del recubrimiento sobre núcleo. En la continuidad del pasado, el vidriero
produce pequeños frascos moldeados a partir de un núcleo de arcilla que dará la
forma interior del objeto. Introduce una barra metálica y sumerge el conjunto
en vidrio en fusión. A continuación, hace girar el objeto para que la materia
se reparta de forma armoniosa. Una vez el objeto enfriado, se retira la varilla
metálica y se destruye el núcleo.
Se encuentra
igualmente, en la decoración arquitectónica o en piezas de forma, la
utilización del vidrio de mosaico (llamado a continuación millefiori por el
efecto multicolor producido): los objetos se crean gracias a la fusión de
segmentos o secciones de varillas de vidrio ensambladas en frío. El vidrio
lustrado vuelve a aparecer. Se obtiene gracias a una pintura a base de plata o
de cobre aplicada sobre el objeto enfriado, que se cuece a continuación para
fijar el color que varía según la temperatura, yendo del amarillo al marrón. Una
copa de la colección al-Sabah, realizada con esta técnica, presenta en su
superficie una decoración que parece representar una caza de grifo.
Se han
encontrado en Israel vidrios soplados grabados o tallados con motivos
geométricos, que datan de este mismo período. Otro período fasto para el arte
del vidrio es el de la dinastía fatimí (siglos X-XII). Los vidrieros combinan
este conocimiento romano con el del vidrio camafeo, del mismo origen. Crean así
objetos excepcionales, superponiendo dos capas de vidrio, la más clara colocada
bajo la capa coloreada, más fina. La talla hace aparecer la decoración en
relieve entre las partes talladas.
Se encuentra
igualmente, sobre objetos de vidrio soplado, una decoración sorprendente con
hoja de oro realzada de esmalte azul pálido, colocado entre dos capas de vidrio
translúcido. Se trata del vidrio sándwich. Uno de los raros objetos que nos ha
llegado casi intacto es una botella.
Colores
variados pero la mayoría de las veces oscuros son soplados y, a continuación,
enrollados en mármol. Estos objetos excepcionales se destinan a una clientela
de alto rango. Se trata de copas, botellas, frascos, jarrones y lámparas (de
mezquitas, mausoleos o madrasas), como la del Metropolitan Museum. Esta
técnica, proveniente de la utilización de esmaltes sobre metales preciosos,
existía ya en Egipto y Siria en la época romana. El objeto se sopla primero y,
a continuación, se pinta al pincel con esmaltes.
En 1453, la
toma de Constantinopla permitió que llegaran a Europa, a través de Venecia,
diferentes objetos y técnicas vidrieras, que enriquecieron los conocimientos de
los artesanos cristianos. Venecia y sus artesanos de la isla de Murano se
convirtieron entonces en una referencia en la fabricación de objetos
utilitarios y de prestigio. Fue en este periodo cuando comenzó la producción de
«vasos Aldrevandin», inspirados en los objetos de vidrio esmaltado orientales. Entonces
sólo quedarán en el Mediterráneo oriental talleres para objetos corrientes, con
algunas excepciones sin embargo.
El Oeste anatolio goza de minerales polimetálicos que
producen cobre, zinc, plomo y plata. Los macizos de Paflagonia y Anatolia del
Sureste son los dos polos principales para la extracción del cobre, mientras
que la parte oriental de las cadenas Pónticas y el Tauro son reservas
importantes de plomo argentífero. Las investigaciones recientes en el Tauro han
revelado rastros de producción de estaño, hasta ahora desconocida, demostrada
desde el III milenio a.C. hasta la época otomana, pasando por el periodo
bizantino.
La producción metálica bizantina era diversa. Los
objetos bizantinos de oro que han llegado hasta nuestros días son esencialmente
joyas hechas de piezas múltiples de pequeña dimensión, que se colaron en un
molde. Metal extremadamente dúctil y maleable, el oro también podía recibir
decoraciones en relieve por impresión en una matriz. El oro se utilizó además
como soporte ideal para los esmaltes compartimentados, que podían montarse en
joyas o diversos tipos de objetos preciosos, como la vajilla eucarística o los
relicarios. La prodigiosa riqueza de Anatolia en recursos de plata marcó el
trabajo de los orfebres constantinopolitanos, a los que corresponde una vasta
producción de objetos de uso profano y eclesiástico, enriquecidos con
decoraciones florales, animales y religiosas. Las decoraciones en relieve en
las superficies de plata se realizan habitualmente en repujado, es decir
empujando el metal directamente desde el revés para hacer salir las formas con
ayuda del martillo. Anatolia fue igualmente la tierra por excelencia de la
producción del cobre. Metal muy plástico, que se podía modelar mediante
martilleo, el cobre se utilizó abundantemente en Bizancio para la vajilla
doméstica, que incluye diversas formas de cántaros, aguamaniles y hervidores,
ollas, calderos, platos y cuencos de diverso tamaño, vasos. Las superficies de
los objetos de cuero se enriquecían con una decoración ornamental obtenida al
torno y mediante el uso combinado del buril y de diversos punzones. La técnica
del recorte en calado también era apropiada para los incensarios y los
alumbrados. Las series de pequeños objetos en aleaciones de cobre, como las
cruces-relicarios pectorales y otros objetos de devoción llevados alrededor del
pecho se colaban habitualmente en moldes bivalvos de piedra, formados por dos
partes que se encajaban. Se utilizaban
también, de forma corriente, moldes de terracota, que se rompían para sacar el
objeto. La homogeneidad de la decoración de la mayoría de los pequeños objetos
en aleaciones de cobre, que habían conocido una distribución geográfica
extensa, muestra además que se podía proceder por sobremoldeo de objetos
existentes. Una vez sacado del molde, el objeto podía recibir una decoración
individualizada mediante grabado y/o cincelado. La primera técnica procede
mediante retirada y talla de metal, mientras que en la segunda, la decoración
sin retirada de metal se imprime y trata en superficie.
La práctica corriente del dorado contribuyó a
reproducir el efecto del oro en superficies de plata, mientras que el estañado
de los objetos de aleaciones de cobre les confería un color plateado. Los
cabujones de piedras preciosas podían sustituirse con pastas de vidrio
coloreadas. El mayor uso de los esmaltes opacos, obtenidos por añadidura de
óxidos de estaño, a partir de la segunda mitad del siglo XI, permitió
democratizar su uso, sustituyendo el oro que les servía de metal de base con
aleaciones de cobre Como lo demuestran las famosas puertas de bronce
constantinopolitanas del siglo XI, que se exportaron a Italia, el uso del niel
no se reservaba a superficies de oro y plata sino que se practicaba igualmente
sobre bronce.
Las lámparas de aceite que proceden de modelos
clásicos, formadas con un depósito esférico ligeramente aplanado, uno o varios
pitorros, un ancho reflector, son un ejemplo sorprendente, a semejanza de la
lámpara de 2 pitorros (Argelia), de la lámpara de Algeciras (España), o de la
lámpara de 3 pitorros de Kairuán (Túnez). También podemos señalar los pebeteros
que se inspiran de los incensarios y presentan a menudo formas arquitectónicas:
base cilíndrica o cuadrada, pie en forma de patas de animal, altas tapas
caladas cónicas o hemisféricas. Este tipo de pebetero se mantendrá en Egipto y
en Siria bajo los Mamelucos. Se encuentran ejemplos en España, en África del
norte, en Egipto, en Siria; este modelo se enriquecerá con varios discos
dispuestos por pisos y constituirá el tipo privilegiado de luminaria en el
occidente islámico. En Anatolia, los ejemplos de época selyúcida son
diferentes, en forma de linterna calada (Lámpara de Konya, museo de Mevlana).
Junto a los
motivos decorativos vegetales y geométricos, aparece un nuevo tema que se hará
recurrente en la decoración islámica, la decoración epigráfica. En un principio
es tímida, pero ya va desarrollándose una elegante grafía cúfica sobre los
objetos fatimíes. La decoración animal no está nunca tratada bajo una óptica
naturalista. Que se trate de objetos de pequeñas dimensiones decorando las asas
de las jarras de agua, coronando pebeteros, aplicados sobre morteros, o bien
aldabas de puerta tal como la de los dragones de Turquía, o de otras piezas de
dimensiones mucho más importantes como los pavos reales aguamaniles de España
(Pavo real de Cagliari), las bocas de la fuente de Madinat al-Zahra, en forma
de ciervo en Córdoba, de león de Setif, en Argelia, ó el famoso grifo
conservado en Pisa cuya procedencia está atribuida a Egipto, a España ó a
Sicília, el animal está siempre poderosamente estilizado, atrapado en su propia
esencia.
Allan James ha
subrayado el papel importante de los latoneros fatimíes en el desarrollo del
arte del metal y su difusión en los países ribereños del Mediterráneo. Bajo los
Ayubíes (1169 - 1250) y los Mamelucos (1250 - 1517), periodos de apogeo de los
talleres de Siria y de Egipto, su influencia fue todavía más marcada, dado que,
en el mundo islámico, en el curso de los siglos XI y XII, el
proceso de elaboración de los objetos de metal se adelantó considerablemente. El
uso de diferentes aleaciones de cobre y de zinc - latón, aleación ternaria ó
cuaternaria - permitió realizar objetos labrados por martilleo a partir de
hojas de metal colado. Paralelamente, en la decoración, las incrustaciones de
oro, de plata y de cobre rojo se utilizaron cada vez más. Las formas de lo
objetos se fueron diversificando, los aguamaniles (Aguamanil con el nombre del
sultán Salah al-din Yusuf), las bacías imponentes de paredes casi verticales,
las bandejas, los candelabros de base troncónica, se hicieron más monumentales.
Las inscripciones, cada vez más numerosas, formulas de felicitación, textos
laudatorios o históricos, firmas de artesanos, se convirtieron en un elemento
ornamental importante.
El renombre de
los talleres de Egipto y de Siria era tal, que algunas piezas fueron ejecutadas
para comanditarios extranjeros, como la gran bacía del siglo XIV decorada con
inscripciones con el nombre de Hugues de Lusignan. En los siglos XII y
XIII, una escritura de tipo particular, llamada « animada », apareció
en el decorado de los objetos de metal en el Oriente y en el Oriente próximo
islámicos. Unas veces, las extremidades de las letras estaban coronadas con
cabezas humanas, otras veces las mismas letras tomaban formas humanas o
animales (Copa Fano- Siria). Si la iluminación de los manuscritos occidentales
contenía desde el siglo VII modelos de « letras animadas », eran
sólo letras aisladas, iniciales, mientras que en los metales y únicamente sobre
estos, este tipo de grafía fue empleada para las inscripciones. orientales,
armenio 116 y armenio 347) nos proporcionan bellos ejemplos. Los dos árboles
que enmarcan las dos composiciones son igualmente tratados: base del tronco
desnudo, ramas aireadas, hojas alargadas dispuestas regularmente en ambos lados
de las ramas cuya extremidad se dobla ligeramente. Es una clara referencia al
tipo de vegetación estilizada que adornaba los manuscritos árabes del siglo
XIII.
No obstante,
las incrustaciones de plata y de oro se hicieron más escasas, y ya en el siglo
XV, se hizo sentir un declive en la producción de obras de metal, mientras que
aparecían piezas de cobre o de cobre estañado cuyo decorado era simplemente
esgrafiado, mateado ó « guilloché ». Un grupo de objetos se
distinguía por su decorado, tapizado de arabescos, finamente incrustados de
plata (Candelabro de Bolonia – Italia). En Anatolia, los artesanos del bronce
otomanos volvieron a poner de relieve la técnica del tombak, cuyo
origen se remontaba a la antigüedad y que también fue empleada por los
Bizantinos. El objeto, de aleación cobriza, era dorado al mercurio y tomaba
entonces la apariencia del metal precioso. Pero la operación era muy larga y
delicada, y estas piezas no fueron ejecutadas en otras regiones.
Las artes textiles
El cartucho estrellado
Temas asociados
En Bizancio
Si Bizancio,
como el mundo islámico medieval, ha podido ser definido por el historiador
Maurice Lombard como la civilización del textil, los testigos de esta
producción han sido muy escasos, a excepción de los tejidos coptos. La gran
mayoría de los tejidos bizantinos ha sobrevivido en los tesoros de las iglesias
occidentales, en Francia, en Suiza, en Alemania, en Bélgica o en Italia. Otros
tejidos preciosos fueron cortados para realizar casullas ó otros trajes
religiosos.
Nuestra
información está también truncada puesto que si en Occidente, disponemos de una
fuente importante de informaciones sobre la naturaleza de las importaciones de
sederías de lujo, en las regiones de producción, los testigos son rarísimos. Efectivamente,
las excavaciones arqueológicas revelan sobre todo unos tejidos ordinarios, de
uso cotidiano, poco estudiados. Función
La primera función
del textil es de proteger el cuerpo, de vestirlo. Además, numerosos textiles de
lujo, y sobre todo los trabajos bordados, eran empleados en la liturgia, y, de
forma general, en el culto.
Según los miles
de textiles y de prendas de aquellas épocas encontrados en Egipto; la lana y el
lino se asociaban; la lana, a diferencia del lino, se teñía con más facilidad y
servía para crear las decoraciones coloreadas mediante inserciones de
tapicería.
En aquella
época, fue bajo el reinado del emperador Justiniano que la sericicultura fue
introducida en el Imperio bizantino. Entre los regalos hechos por el emperador
bizantino al soberano armenio, Procopio señala unos tejidos de biso. Los
colores
Los
matices más corrientes de los tejidos del Oriente Próximo son el azul
oscuro, a base de índigo, los amarillos, de origen vegetal, y el rojo. En
cuanto al periodo bizantino, uno de los más hermosos especimenes de tejido
teñido con púrpura procede de la catedral de Sion, en Suiza. La forma de este
fragmento demuestra que se trata de la parte inferior de una dalmática.
Las técnicas
Los damascos,
los taqueté, los samitos labrados ó los lámpas, que son
las urdimbres de tejidos conocidas en Bizancio, necesitaban un telar
perfeccionado llamado telar de tiro. Hay que tener en cuenta que los
telares bizantinos debían de ser muy grandes, contrariamente a los telares
chinos, pues hemos conservado amplios anchos de tela, como las sederías
imperiales decoradas con leones.
Organización
del trabajo
Bizancio, así
como el mundo arabo-islámico contemporáneo, utiliza el sistema romano de los
talleres privados (collegia ó ministeria en Roma, somata
en Bizancio) y de las manufacturas de Estado (fabricae publicae en Roma,
demosia somata en Bizancio). Los demosia somata trabajan para la
corte imperial y fabrican también los tejidos destinados a los intercambios
diplomáticos. Así como la producción de los talleres privados, la exportación
de sederías de lujo es estrictamente controlada. Hemos dudado mucho tiempo
antes de definir este tipo de telas como decoradas con medallones circulares ó
octogonales. Las decoraciones
Las criaturas
fantásticas inspiradas de Oriente Próximo desempeñan un papel importante en las
decoraciones textiles bizantinas: caballos alados, simurgh o grifones. Los
caballos alados y los íbices que adornan numerosos estucos o sellos sasánidas
también figuran sobre los textiles. Hay que señalar que estos motivos, como
aquellos leones de tipo iraní, son emblemáticos de la producción de los
talleres imperiales. Así como el mundo árabe, Bizancio conoce también las
decoraciones geométricas que pueden formar la única decoración del textil ó
combinarse con motivos florales o figurados. En este Imperio cristiano, las
telas con sujetos bíblicos son numerosas, aunque ciertos obispos, como Asterio
de Amasea, condenan este uso. Los temas mitológicos, que evocan la cultura
clásica apreciada de la aristocracia durante los primeros siglos de Bizancio,
también se ilustran sobre las sederías, como los Dioscuros en Saint-Servais de
Maastricht, la representación de una escena dionisiaca en Sens, ó también sobre
varias tapicerías coptas conservadas en la Fundación Abegg en Suiza.
Hacia el año
mil, aparece el tipo de sederías monocromas esgrafiadas, que conocemos tanto
por unos ejemplares conservados en los tesoros de las iglesias de Occidentes
como por testimonios iconográficos (frescos o iluminaciones). Estas telas
sobrias eran muy apreciadas en un contexto religioso, puesto que muchos
ejemplos de casullas y otros trajes litúrgicos cortados en este tipo de telas,
han sido conservados, especialmente en Alemania, Francia y Suiza. Según el
ángulo de visión, se puede en efecto leer o no su decoración; sino, la sedería
parece ser de color totalmente liso. El lámpas ha debido ser elaborado a
esta época, sin que podamos determinar su lugar de nacimiento puesto que parece
surgir de forma simultánea alrededor del año Mil en el mundo arabo-bizantino y
en Bizancio.
El dar al-tiraz puede ser privado (khassa), si está instalado
dentro del área delimitada por los muros del palacio, o público ('amma),
en cuyo caso la venta de su producción constituye una importante fuente de
recursos para el Tesoro. Durante la Edad Media, el mobiliario está constituido
fundamentalmente por tejidos. Los cronistas suelen mencionar castillos de telas
rodeados de murallas de lino, auténticas ciudades de tejidos en las que los
abasíes y los fatimíes hallan deleite y descanso. Estos ricos pabellones
decorados con motivos figurativos se amontonan en los almacenes del palacio. En
la estructura de las grandes ciudades subsisten rastros de ello: los mercados
de telas nunca están demasiado lejos de los bancos. Las fiestas son momentos
culminantes en los que se sacan a relucir los lujosos tejidos. Los talleres del
califa fabrican efectivamente cada año esta lujosa pieza de tejido de 700 m2
para el santuario de La Meca. Frente a un Occidente técnicamente debilitado por
las invasiones bárbaras y frente a un Imperio Bizantino protector de sus sedas,
los países musulmanes impulsan un desarrollo de las artes del textil acorde con
el gran interés que despiertan. Las conquistas de los primeros siglos reunieron
bajo una única dominación a los pueblos de España, del Magreb, del Oriente
Medio bizantino y del imperio sasánida. Y el Occidente latino adopta la misma
tendencia. El florecimiento urbano producido como consecuencia de la expansión
musulmana, el lujo de las cortes y las necesidades del ejército y de la marina
estimulan la producción de tejidos. Su amplio léxico de los tejidos designa
procedimientos, lugares de fabricación o venta, diseños… Los términos no
siempre ayudan a identificar las técnicas empleadas, pero demuestran la
importancia que tenía el arte del textil en la civilización musulmana, que se
suele definir como una civilización del textil.
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